Comparto con Uds un texto que encontré navegando la red y que me parece muy inspirador para aquellos que lideramos equipos, grupos de personas, o trabajamos como educadores.
El formador ideal.
De: Pere Subirana
“Los ideales son como las estrellas. No conseguiremos nunca tocarlos con las mano pero al navegante, en la inmensidad del océano, le sirven de guía para llegar a su destino”.
C. Shur
Las visiones son imágenes o símbolos de lo que queremos. Como todo ideal, son inalcanzables, nunca se cumplirán del todo. Si las utilizamos bien, nos ayudan a construir el futuro puesto que tienen un gran poder transformador. Las visiones son una excelente forma de guiar nuestra atención.
Gracias a las visiones podemos enriquecer nuestra realidad cotidiana, dejar de ser “prisioneros de la realidad”, como diría Italo Calvino. Para que sean realmente efectivas, hemos de tener con las visiones un gran espíritu deportivo. Sabiendo de antemano que nunca las alcanzaremos, intentamos acercarnos a ellas lo más que podemos. Ni nos culpabilizamos por no alcanzar ni tampoco dejamos de lado los ideales que pueden enriquecer nuestra vida. Nuestra actitud es positivia: si sólo alcanzamos un 20% del ideal, esta bien. Lo importante no son los resultados sino el proceso.
El valor esta en nuestra actitud y nuestro empeño positivo por alcanzar el ideal, la visión. Nuestra actitud es lo importante. Conseguir la realización de las visiones no es lo mas primordial, sino lo que conseguimos con ellas. Paradójicamente, cuando nuestra actitud es relajada y centrada en el proceso, conseguimos mucho más que cuando nos obsesionamos por los resultados.
Gracias a las visiones nos centramos en acertar, no en tener éxito. Podemos aplicar las visiones a una infinidad de campos. Hoy lo vamos a aplicar al ámbito de la formación.
Vamos a definir cómo sería un formador ideal y luego tratamos de acercarnos tanto como podamos a el. No importa que sólo consigamos acercarnos a este idea en un 10, un 20 o un 30%. Lo importante es nuestra actitud abierta y deportiva de acercarnos a nuestro ideal de formador/a
Esperamos que este manual les guste. Hay muchos más manuales, exposiciones, artículos y juegos de crecimiento personal en nuestra web. Muchas gracias por su atención.
El formador ideal
Crea las condiciones para que la formación se efectúe correctamente: gestiona el espacio fisico, el marco temporal, el material o soportes necesarios y previene las posibles interrupciones o condicionantes externos.
Cuida el “estado de aprendizaje” de sus alumnos, y elimina los condicionantes (preocupaciones, etc.) que pueden perjudicar la formación.
Cuida la relación personal, porque es una condición necesaría para un buen contexto formativo.
Fomenta la autoestima de sus alumnos.
Se perfecciona continuamente como formador y como persona.
Eduaca para la vida, independientemente de la materia que esté impartiendo.
Educa de forma integral. No sólo transmite conocimientos, sino también valores, actitudes, perspectivas de la realidad, habilidades…
Es positivo y transmite positividad.
Sitúa la formación dentro de un contexto motivador. Sabe dar a la pregunta”¿para qué sirve esta formación?” una respuesta que entusiasma.
Cree en las personas, y por lo tanto cree en sus alumnos, en sus capacidades y posibilidades.
Se adapta al estilo de aprendizaje del alumno, ya sea éste mas visual, más auditivo o más sensorial. Hace que la formación sea lo más sencilla y fácil posible.
Establece conexiones entre lo nuevo y lo conocido, entre lo que se aprende y la vida real, entre las creencias y actitudes y sus consecuencias.
Respeta el sistema de creencias del alumno, pero siembra las creencias necesarias para el éxito de la formación.
Saca a la luz las creencias limitadoras que pueden entorpecer el aprendizaje.
Expone el máximo número de puntos de vista para poder obtener una visión global.
Intuye las necesidades de los los alumnos y les da respuesta adecuada
Convierte a sus alumnos en investigadores, estimula su curiosidad y sus ganas de aprender.
Cuida el lenguaje que utiliza, tanto verbal como no verbal: apariencia, gesticulación, postura corporal, tono de voz… trabaja con las palabras pero también con imágenes y símbolos.
Se auto controla, de manera que ninguna circunstancia externa le desvie de sus objetivos formativos.
Sabe buscar las partes positivas que se esconden detrás de las actitudes de las personas difíciles.
Visualiza la formación y la ensaya antes de llevarse a cabo como preparación psicológica y emocional.
Diseña y planifica la formación, luego la evalúa de la forma crítica para mejorarla.
Es flexible. Hace una planificación adecuada pero está abierto a lo que surge espontáneamente y a las necesidades del momento.
Divierte y se divierte.
Fomenta la creatividad y la búsqueda de soluciones alternativas.
Motiva, asesora, modera, coordina, proporciona resucesos, pregunta, responde y fomenta la reflexión.
Escoge cuidadosamente los ejemplos y metáforas que utiliza.
Acepta las críticas y las convierte en oportunidades de aprendizaje.
Crea experiencias y proporciona la estructura necesaria para que los alumnos puedan sacar partido de ellas.
Pregunta: ¿Qué aprendieron? Y ¿Cómo van a utilizar lo que han aprendido.
Gestiona procesos. Sabe pasar de lo más sencillo a lo más complejo, de lo conocido a lo menos arraigado, de la inseguridad a la seguridad.
Crea su propia “maleta de recursos educativos”, compuesta por las dinámicas, juegos, recursos, practicas, metodologías, enfoques y valores que más sirven para el aprendizaje.
Mantiene espacios de integración de lo aprendido. Deja que los alumnos se comuniquen y reacciones.
Es capaz de demostrar que el cambio es posible y necesario.
Da instrucciones precisas, deja el mínimo margen para el error.
Sabe formular preguntas – clave y temas – clave.
Se muestra como un ser humano, con sus debilidades y fortalezas. Explicita sus posturas y opiniones, pero dejando abiertas todas las puertas.
Cuida la congruencia entre sus palabras y sus actos.
Se pregunta: ¿Cómo sabré que he alcanzado los objetivosformativos?
Fomenta que los alumnos aprendan por ellos mismos, incrementando sus capacidades de aprender a aprender.
Crea las condiciones necesarias para que el “Angel de la educación” esté presente. Este ángel es un personaje imaginario que está presente cuando se crea un “campo magnetico”, un espacio energetico en el que poco a poco los alumnos, el formador y la materia se convierten en una sola cosa. El grado de comunión es tan intenso que se pierde la noción del tiempo (“el tiempo me ha pasado volando”).
No siempre se puede conseguir que el Angel de la Educación esté presente en nuestras clases, pero podemos al menos intentar crear las condiciones necesarias para que se pueda crear este campo magnetico maximizando las oportunidades de aprendizaje.