Pedimos, rezamos, rogamos, oramos, despotricamos,
conversamos, decimos, nos quejamos etc., esperando que las cosas sean como
deseamos.
El asunto es: ¿cuándo llegan todas estas cosas?
Las cosas no llegan cuando nosotros decidimos, tampoco
cuando nos gustaría que lleguen, mucho menos cuando creemos estar preparados,
ni siquiera llegan con aviso. Las cosas querido lector, llegan cuando llegan.
Si bien coincido con el dicho, de que no se nos da nada que
no podamos manejar y el que dice: Las cosas llegan cuando estamos preparados
para recibirlas y que esto parecería contradecirse con lo expresado en el
párrafo anterior, deseo ampliar mi idea.
Digo que las cosas llegan cuando llegan, porque considero
que el gran desafío consta en animarnos, atrevernos, abrirnos, poner el coraje
y la valentía por delante y atrevernos a aceptar y recibir esta llegada.
¿Cuántas veces, ha llegado o se concreta lo que tanto tiempo
deseamos y los miedos, prejuicios, malas experiencias del pasado, dolores, resentimientos,
creencias limitantes y demás yerbas hacen su aparición desbaratando las más
sagradas y alegres posibilidades?
Por esto querido amigo, si por fin llega a tu vida aquello
que tanto deseaste, aquellos por lo que vibraba tu corazón, sea un trabajo, una
nueva casa, una pareja, un hijo o lo que sea, por favor, abrite, atrevete,
tomalo, animate, jugatela o como quieras llamarlo, pero aceptalo, apoderate de
ello, adueñate de tu deseo, disfrutalo y definitivamente se feliz.
Espero te agrade el post pero más deseo serte de utilidad.
Luis Christian Sabbi