lunes, 20 de enero de 2014

Escuchando con todo el cuerpo


Si alguna vez tu interlocutor te pregunto, ¿me estas oyendo? ¿Te interesa lo que te estoy diciendo? Perdona, ¿preferís que hablemos en otro momento? estas dentro de un común denominador que es: No sabes o no conoces lo que significa escuchar activamente.
Esto le sucede a la mayoría de las personas. Creemos que escuchar es oír las palabras que el otro dice o poder repetirlas con precisión para decir: si te escuché o prestar atención para responder veloz y ágilmente algo inteligente o que desarticule el argumento del otro. Ahora bien, escucha activa se le llama al proceso a escuchar con los cinco sentidos. Con los oídos, escuchando y procesando todo lo que te dice, con los ojos, mirando a la persona que te habla, con el cuerpo y tu lenguaje corporal, comunicando receptividad y prestando atención a las vibraciones que recibimos físicamente y sobre todo con tu cerebro.
Podemos darnos cuenta de que esta sucediendo cuando no estamos pensando en que aconsejar, cuando aceptamos lo que nos están contando sin emitir un juicio de valor al respecto, cuando nos damos cuenta que estamos 100 % abiertos a la otra persona y esta se siente a gusto hablándonos, cuando logramos hacer sentir al otro lo suficientemente valioso como para darle de nuestro tiempo a el y a lo que nos esta comentando.
También notaremos que nuestro cuerpo esta alineado con nuestro interlocutor, en una posición de apertura a recibir. Nuestras pupilas estarán dilatadas en concordancia con el interés que estamos expresando. Tendremos los ojos fijados en quien nos habla, el plexo relajado, la cabeza erguida y muy probablemente nuestra columna derecha.
Durante el proceso de escuchar, estaremos también creando un flujo de empatía y comprensión. Y nuestra energía no estará enfocada en que el otro termine lo que esta diciendo para decir yo lo mío o interrumpir. Si pudiéramos compararlo con alguna otra actividad, seria como un baile de a dos, donde ambos se mueven armónicamente, cada uno siguiendo al otro y a su tiempo haciendo la parte que corresponda. Como esos bailarines que podríamos mirar durante horas.
Ser una eximia pareja de baile lleva tanto trabajo como ser un gran oyente. Pero todos apreciamos y valoramos a aquellos seres con quienes conversar es un placer, simplemente porque nos escuchan. Practicar la escucha activa permitiendo a la otra persona hablar, sin expresar opinión, consejo, juicio de valor o punto de vista sobre lo que estamos escuchando es un valor agregado que nos permitirá marcar un gran diferencia a favor en nuestro entorno sumando valor y haciendo buen uso de esta maravillosa herramienta o técnica a la que se llama: Escucha Activa.
La persona que escucha de manera activa, además esta logrando un diferencial importantísimo como es precisamente escuchar, ya que al escuchar obtenemos muchísima información que nos permitirá actuar con mayores niveles de efectividad y a la vez hacer las elecciones que nos acerquen de mejor manera a lo que realmente queremos.
Seguramente muchos conozcamos el dicho (bastante bastardeado por cierto) que señala: Tenemos dos oídos y una boca. Esto es para escuchar el doble de lo que hablamos. Y yo le agrego que también tenemos dos ojos para observar el doble de lo que hablamos.
Espero haberte sido de utilidad
Luis Sabbi 

1 comentario:

Fernando Vecchio dijo...

No es lo mismo oír que escuchar. Cuando aprendí esta lección crecí en unos meses lo que no había crecido en años...