lunes, 4 de agosto de 2008

¿Darte comida o enseñarte a pescar?




Es mejor enseñarle a pescar a un naufrago que darle de comida. Porque dándole comida comerá un día y enseñándole a pescar comerá siempre.

Esta es la moraleja de uno de los tantos proverbios que dan vueltas por ahí. Muy sabia por cierto. en mi caso lo oí por primera vez en el año 91, en el mes de Junio para ser mas exacto. En su momento me despertó a una nueva conciencia de apoyo y servicio. Como me lo explicaron a mi, esta es la diferencia entre ayudar y asistir a alguien. Cuando ayudo lo hago por el. Cuando asisto, lo apoyo pero el que lo hace es el otro.

Me quede meditando sobre esto y me di cuenta de lo siguiente: Si te encuentro por ahí, deprimido, desolado, triste, sin dinero, en apuros o lo que sea. No creo que este dicho me enseñe que tengo que darte una lección de vida o perorata sobre como vivir. Ni siquiera creo que si te encuentro naufrago en una isla, puedas aprender a pescar si te duele la panza del hambre. Así que tal vez, sea mas prudente primero saciar la necesidad básica insatisfecha, oséa darte algo de comer, para que puedas prestar atención y luego enseñarte a pescar.

La cuestión, creo yo, no es encontrar excusas para no sentirme mal de mi egoísmo o debilidad, sino dar soluciones a las cosas que acontecen. A veces los proverbios sabios funcionan y otras no. Por eso creo que la Sabiduría radica en saber elegir cual de todas las herramientas que tengo en mi haber es la adecuada para tal o cual situación. Que necesito yo, que necesitas vos y que estoy dispuesto a dar y hacer por vos?

Porque la realidad para mi es: Si quiero darte una mano, la semántica es puro cuento. Lo hago y  ya. A veces será asistencia y otras ayuda. A veces te daré de comer y otras te enseñare a pescar. Pero definitivamente si tu desnutrición llega al extremo, de no tener fuerza siquiera para levantar la caña, ¿de que me sirve averiguar como llegaste a ese estado o intentar enseñarte nada? Primero necesito cuidarte, alimentarte, darte tiempo, palabras de aliento, reconfortar tu espíritu, inspirarte. Para que luego, al enseñarte a pescar, no solo aprendas la técnica, sino que tengas entusiasmo para aprender y sobre todo el deseo irrefrenable de pescar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Estimado Luis Sabbi:
El servir, el dar o el socorrer, siempre dentro de las posibilidades, es un acto instintivo, ¡humanitario!, de ahí ese “disgusto interior” (cargo de conciencia, le llaman algunos) cuando la solicitud de socorro o ayuda escapa a nuestra capacidad, o la escondemos tras el manto de una fe justificándonos en un Proverbio, en un Salmo o un Mandamiento que antepone un juicio de valor catalogado, ¡sin objeción!, de universal.
La virtud de auxiliar o compartir, sea esto una caridad, un pez, la felicidad, o más aún, el amor, ¡jamás se debe condicionar!, si es así, entonces estamos imperializando nuestra capacidad de ayuda, a una necesidad, sino solicitada, ¡siempre percibida!
Que le diremos, al entregar las cuentas a quien nos dicen que lleva la contabilidad de nuestros hechos, cuando nos condene por incumplidos, como nos lo advierte en otro de sus libros: «Por que tuve sed y no me diste de beber, porque tuve hambre y no me diste de comer…».
–¡Señor!, ¿¡te enseñé a pescar…!?
Luis, el valor se distingue en la toma de los temas escabrosos, y éste lo es: felicidades ¡y adelante!
Alfonso Díaz Ortega.