jueves, 13 de agosto de 2009

¿Qué pasaría si pudiéramos vivir sin miedo?

¿Qué pasaría si pudiéramos vivir sin miedo?... ¿que seriamos capaces de hacer si no temiéramos las consecuencias de nuestras decisiones?

¿Si no tuvieras miedo, cual sería tu próxima acción? Leí este par de preguntas en un libro y mi cabeza desde entonces, no hizo mas que reflexionar sobre ellas. ¿Cuántos pasos no habré dado, cuantas palabras no habré dicho, cuantos abrazos no habré pedido, cuántas cosas no habré comenzado por miedo?

No quiero sugerir que seamos los reyes del “ …y a mi que me importa, ahora que enfrento mis miedos hago lo que se me ocurre” ni que de un día para otro seamos una especie de motivadores del hacer cosas estúpidas y sin sentido alguno. No va por ahí mi reflexión.

Me refiero a los miedos naturales que nos acosan desde tiempos que ya ni recordamos, que están agazapados en algún rincón de nuestro cerebro y salen sin anunciarse, paralizándonos y dándonos la razón perfecta para no correr ni asumir los riesgos necesarios para obtener lo que deseamos. ¿Pero entonces como apagar esta voz interna que nos llena de dudas y para colmo a los gritos? Como casi en todo, hay buenas y malas noticias. Las malas, son que apagarla es imposible, es un sistema de defensa y supervivencia (aunque suene descabellado) que esta ahí para apoyarnos. Las buenas noticias, (porque siempre hay buenas noticias) son varias:

En primer lugar, cuando estos miedos llegan a paralizarnos, podríamos decir que se debe a un desequilibrio en el volumen de los mismos. O sea, están hablando demasiado fuerte. Con lo cual podemos bajar el volumen (y el saber que podemos bajar el volumen es otra buena noticia en si misma).

¿Cómo hacerlo? Como con todo mi querido amigo/a. Práctica, práctica y más práctica. Podes comenzar por practicar ignorarlos o manejarlos como se maneja a un necio: con sensatez, rapidez y astucia mental.

Otra práctica podría ser: El día de hoy voy a hablar, actuar, pedir o lo que fuera, sin miedo. Esto seguramente será clave, para empezar a cruzar las pequeñas (o enormes) barreras mentales que detienen nuestro crecimiento personal y laboral.

El miedo, como yo lo veo (y hablo del que paraliza, no del miedo como resultado de una reacción hormonal que se dispara como sistema de defensa o aviso frente al peligro real) es simplemente una fantasía que creamos sobre un futuro que todavía no llego y por lo tanto, como cualquier cosa sobre el futuro, no es real. Razón por la cual, creo que tomar decisiones basadas en algo No real, es “realmente” tonto.

Para terminar quiero dejarte una pregunta que me apoya cada vez que el volumen de mis miedos crece y comienza a hacerme dudar.

¿Qué es lo peor que podría pasar si lo hago?

Y me despido con una frase que alguna vez leí o escuche.

Si le tenés miedo a algo, ya sabes cual es tu próximo desafío.

Les mando un abrazo

Luis Sabbi

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